20€ o 75€ de regalo para tu 1er pedido suscribirte a nuestra newsletter
Obras maestras de vino y licores en su puerta
William Fèvre
El Domaine William Fèvre es uno de los nombres más respetados y emblemáticos de la región de Chablis, en Borgoña
Fundado en el corazón del viñedo de Chablis en el siglo XIX, este Domaine familiar es sinónimo de excelencia, autenticidad y terruño.
La historia del Domaine William Fèvre se remonta a 1957, cuando William Fèvre, un visionario apasionado por el vino, adquirió y revitalizó el Domaine familiar. Su incesante búsqueda de la calidad y su amor por el terruño de Chablis le llevaron a adquirir preciosas parcelas de viñedos en los mejores climas de la denominación. En la actualidad, el Domaine posee cerca de 78 hectáreas de viñedo, la mayoría de ellas situadas en los prestigiosos premier y grand crus de Chablis.
Lo que distingue al Domaine William Fevre es su profundo compromiso con el terruño único de Chablis. La región de Chablis es famosa por su suelo kimmeridgiano, formado por piedra caliza y margas ricas en fósiles marinos. Este terruño confiere a los vinos de Chablis su carácter distintivo, marcado por una elegante mineralidad y pureza aromática. Las viñas están plantadas exclusivamente con la uva Chardonnay, que florece en este terruño particular para producir vinos blancos de pureza cristalina.
Los vinos del Domaine William Fevre expresan las... Ver más ...
Notas de los críticos profesionales William Fèvre Chablis Grand Cru "Valmur" 2018.
Descripción William Fèvre Chablis Grand Cru "Valmur" 2018
Domaine emblemático de la denominación Chablis, William Fèvre es famoso por sus Premiers y Grands Crus Chardonnay. La cuvée "Valmur" se elabora en el lieu-dit del mismo nombre, un clima caracterizado por suelos arcillo-calcáreos poco profundos. La superficie total de la denominación Grand Cru Valmur es de unas 11 hectáreas, la parcela cultivada por William Fevre apenas una hectárea.
Este vino se presenta con un brillante color amarillo dorado intenso. La nariz, potente pero seductora, ofrece aromas maduros de fruta blanca de hueso y pera, esencias cítricas y cera de abeja. También aparecen toques minerales y yodados que recuerdan a las conchas de ostras y notas florales blancas.
En boca, el ataque es franco y potente. El equilibrio ácido es magníficamente preciso, entre grasa y frescura. Mineral y vivo, la textura es sin embargo densa y sedosa. Los sabores de fruta blanca de hueso se mezclan con notas vegetales y cáscara de cítricos. El final es largo, mineral y pedregoso, subrayando la expresión característica de este terruño excepcional. Un vino con un excelente potencial de evolución (para los más pacientes, poner unas botellas en la bodega para descubrir la evolución hacia notas melosas y almendradas).
Hará un buen maridaje en la mesa con langosta y cigalas a la plancha, así como aves en salsa. También aportará un buen contrapunto al yodo de las ostras.