El año 2018 es y seguirá siendo una añada importante para el viñedo bordelés. Marcada por condiciones climáticas muy contrastadas, recordaremos especialmente un verano extraordinario y caluroso, así como los hermosos meses de septiembre y octubre. Este verano tardío habrá permitido a las bayas madurar bien y estar muy concentradas en taninos.
El vino de esta cosecha 2018 es muy colorido y particularmente expresivo.
El color es un bonito púrpura oscuro casi negro, con elegantes reflejos rubí.
El vino se abre, en nariz, y la primera expresión es de frutas negras y frescas muy pequeñas, crema de grosella negra y caramelo, acompañadas de cedro del Líbano y cacao.
La boca es suave al principio, antes de revelar toda su profundidad y densidad. Evoluciona graso, afrutado, con sabores de frambuesa y especias dulces. Los taninos cincelados le permiten mostrar un tacto delicado hasta su final, que es largo, sabroso y jugoso.
Potencial de envejecimiento: este vino alcanzará probablemente su apogeo cualitativo entre 2040 y 2045.
Deben realizarse catas sucesivas para medir su evolución y su apogeo cualitativo.
Servir a temperatura ambiente, procurando, si es posible, abrir la botella la víspera.
Si es necesario, abrir y decantar la botella al menos 5 ó 6 horas antes de la degustación.
Las botellas se conservarán en la bodega, protegidas de la luz, tumbadas, a un grado higrométrico óptimo del 70%.
Maridaje : La textura aterciopelada y sedosa de La Fleur Pétrus 2018 combinará muy bien con una ternera asada con salsa de ceps del Périgord Noir, una silla de cordero a las hierbas o unos riñones a la sartén con salsa de mostaza.
También es adecuado con quesos de pasta prensada sin cocer, como el Gouda, el Cantal o una mimolette madurada durante varios meses.
Muy sabroso, sírvalo con un postre de chocolate, como un fondant.
